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lunes, 30 de mayo de 2016

Vaga costumbre de escribir sin sentido

Extraña está la habitación sin la costumbre. Extraño es el silencio en esta soledad que a ruidos sordos clama, con gritos ahogados intenta, en forma de llama, parecer un foco fundido en la oscuridad que esta noche nos regala.

Respiro el temor de lo perdido y la emoción del recuerdo. Hoy temo a lo que ya pasó, pero, sin duda alguna, me emociona recordarlo. Emociona recordar los momentos que serían y no fueron, aquellas cualidades disfrazadas de ilusiones… Parece ser que viviéramos de la ilusión, todos los días armando futuros aún no certeros y descuidando momentos que podrían valer oro a nuestra alma y a nuestra sencilla memoria, pero no… seguimos armando futuros aún no certeros.

El tiempo es egoísta; corre y corre, pero jamás se detiene. Hoy me duele su avanzar, pero, también me torturaría su detener. Muchos ven al tiempo como una estadística, pero no he visto estadística más injusta que esa: la felicidad suele ir en cortos intervalos, mientras que el dolor parece una eternidad… ¿es justo esto? El tiempo es egoísta; corre y corre, pero jamás se detiene. 

El tiempo avanza y la memoria retrocede. El tiempo es la estadística del olvido, así es como se quiere: construyendo ilusiones que queden de recuerdo, aunque el tiempo luego las haga un borroso tormento.

domingo, 15 de mayo de 2016

¿Cómo fui a parar en el mundo de la literatura?

¡Hola, viajeros! Hago esta entrada distando un poco de la rutina de las reseñas. Muchos de ustedes me han preguntado de cómo incursioné o fui a parar en el mundo de la literatura, y aquí pienso decirle, más o menos cómo fue mi camino hasta aquí.

https://www.pinterest.com/pin/49961877089340861/Fue exactamente el 18 de noviembre del año 2014. Ese día me sentí motivado para iniciar y terminar satisfactoriamente un libro, pues la mayoría de los que leía, pocos, resultaba dejándolos a un lado, y culpaba a mi mente por no tener la agilidad y por ser, en parte, floja; la mente nunca fue floja, siempre quizo ser activa, sino que eran esos géneros los que llegaban a echar para atrás en su afanoso acto lector. Así pasaron mis años en el colegio y una parte de mi vida que dedicaba a estar libre en su mayoría. pero que nunca a leer libros dedicaría.


Ese día, el ya antes mencionado, me dirigí a la sección literaria de la universidad, y, sin sospecha alguna, fui por la elección del primer libro al que, sin pensarlo, a mis pies caería; así funciona el destino: te topas con lo que jamás pensarías toparte en una búsqueda que era más un interrogante. No busqué yo unirme a la literatura, sino fue la literatura quién me buscó a mí para vivir en su mundo. No elegí yo leer un libro que creería iba a marcar ahora mi rutina, sino fue el libro el que me eligió a mí para que fuese el primero de mi vida. Aunque no parezca literal, sí, el libro cayó a mis pies, esto debido a un movimiento torpe que hice y  el que me hizo golpear, sin querer, la estantería, haciendo que el libro sobre mis pies cayera. Cuando me agaché para recogerlo, leí su portada: Los hornos de Hitler - Olga Lengyel, y el cual, sin pensarlo, fue objeto de préstamo bibliotecario, mi primer préstamo y mi primer libro, ¿quién lo creería? ¿podría ser el destino más objetivo?