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martes, 8 de mayo de 2018

El abandono

Me siento a escribir y no sé qué venga primero, la tristeza o el llanto, no espero el tiempo, porque de tanto que esperé, siento que se consumió... lo sé, es ilógico, pero en mi mundo, en mi universo, es algo muy certero.

Camino ciegamente por el sendero eterno, no el de la vida ni el tiempo ido, sino de la imaginación, una imaginación que juega a favor y en contra de lo que se teme y de lo que se quiere. Todo, frente a mí, es infinito, como la oscuridad, solo que esto que veo no es oscuridad, sino un mundo sin color.

Veo pasar momentos, y con ellos personas. Veo que en un intento de ser feliz, renuncié a la felicidad por complacencia. No quería ser el quejumbroso yo, el de la nula empatía, el de la soledad evidente, sino que quería aquel que hace feliz sin renunciar a su esencia. Lo intenté. No pude. Me abandoné a mí mismo en este juego cobarde de dar por sentir algo que evidentemente sería mi futuro lamento.

No doy gracias por el infortunio que hoy se materializa en tristeza ya anunciada. No me siento triste por haber intentado algo que hoy llamo fracaso, sino por haber dado más de lo que di de mí. Ni mucho menos me siento en deuda con nadie, solo conmigo mismo, pues, al fin y al cabo, fui yo quien me abandoné en esencia por dar algo que muchos creían necesario en sus vidas. Quedo en deuda conmigo mismo y las gracias vendrán cuando me reconstruya, pieza a pieza, hasta moldear tal arte al que un día deformé.

Aclaración: Esto lo escribí inspirado en la tristeza y puesto en alguien más. A todos mis cercanos, les agradezco todo y les debo todo. ¡Gracias!

10 comentarios:

Agradezco inmensamente su apoyo y sus comentarios. Cabe resaltar que, para no tener inconvenientes, no se permite el spam, para ello hay una entrada especial. ¡Abrazos!